Tradición vs modernidad, inmovilismo vs innovación, artificialidad vs naturalidad… El avance en la tecnología casi siempre lleva consigo grupos de detractores y defensores apasionados, especialmente en temas de alimentación. Por supuesto, la impresión 3D de comida no pasa desapercibida para nadie. Habéis oído bien, en el siglo XXI la comida pasará directamente del ordenador a la mesa.

En los últimos años, son varias las iniciativas creadas en torno a la impresión 3D de alimentos. Quizás el caso más conocido es el del restaurante itinerante FoodInk. Se trata de un restaurante que imprime desde los manteles y taburetes, hasta la comida. Una experiencia que ya ha pasado por las principales capitales de la gastronomía, desde Berlín y Roma, hasta Nueva York y París. En nuestro país desembarcó durante los días 9, 10 y 11 de noviembre de la mano del restaurante La Boscana de Bellvís (Lleida).

Otra de las iniciativas en este ámbito corre a cargo de la empresa española Natural Machines. Foodini, una impresora en 3D en fase de desarrollo, planea revolucionar el mercado doméstico. Pensada en primer momento para cocinas profesionales, pretende colarse en las cocinas de nuestras casas como un electrodoméstico más en un futuro próximo.

¿Será esta la nueva revolución culinaria del siglo XXI o simplemente una moda snob que no tendrá mayor repercusión? Igual llegamos a un día en que para comernos una hamburguesa de cerdo con patatas sólo tengamos que presionar Ctrl + P. El tiempo dirá.