El porcino español se ha convertido, por méritos propios, en una de las industrias más pujantes de nuestro país y en un sector estratégico para la generación de riqueza y empleo, así como para la vertebración del territorio, toda vez que su actividad se desarrolla en miles de municipios de la España rural, en los que actúa como motor de la economía local y en fuente de oportunidades laborales que permiten fijar población en nuestros pueblos.

Hoy en día contamos con granjas modernas que son un ejemplo a nivel internacional, con profesionales altamente cualificados y especializados en cada uno de los eslabones de la cadena de valor, con industrias que son referente en tecnología y en I+D+i y con empresas que tienen en su ADN una visión global de su actividad económica y comercial.

El resultado de la suma de estos factores es un sector muy competitivo que genera un volumen de negocio anual de 15.000 millones de euros, lo que representa en torno al 1,4% del PIB nacional y el 14% del Producto Interior Bruto Industrial. En cuanto a empleo, la actividad productora, industrial y comercializadora del porcino español sostiene 300.000 puestos de trabajos directos y más de 1 millón de forma indirecta.

En el ámbito internacional somos una de las grandes potencias en comercialización, superando los 5.000 millones de euros facturados fuera de nuestras fronteras el pasado año gracias a que contamos con productos innovadores y de calidad que se han abierto camino hasta llegar a consumidores de más de 100 países, que aprecian el valor añadido de la ‘marca España’ en lo que al porcino se refiere.

Todas estas cifras son muy elocuentes, pero detrás de ellas hay mucho trabajo, esfuerzo y talento. El de cientos de miles de hombres y mujeres que a lo largo de las últimas décadas han ido forjando un modelo propio sobre cimientos sólidos cuyo factor clave, que se ha convertido en nuestra seña de identidad, es la sostenibilidad. Pero entendiendo este término en un sentido amplio, que engloba los aspectos sociales, económicos y medioambientales, cabe sumar los éticos, en lo que se refiere al trato a los animales.

 

Sostenibilidad social y económica

En el primer caso, la vertiente social, hay que reseñar que el porcino es un sector de larga tradición, con una clara vocación de permanencia y un enorme afán de mejora, y ello no es posible sin tener un modelo sostenible en el tiempo y fuertemente vinculado a la sociedad de la que proviene. Somos un sector sostenible en lo social porque damos futuro a nuestras zonas rurales, ya que por nuestra propia naturaleza estamos ligados al territorio. No existe deslocalización en nuestras granjas, y eso permite que buena parte de los más de 300.000 puestos de trabajo que sostiene este sector se generen en miles de pequeños y medianos pueblos, en nuestra España rural, donde contribuimos a ofrecer salidas laborales a nuestros jóvenes y mujeres.

También somos sostenibles en lo económico. De aquellos que nos antecedieron aprendimos a ser pacientes, a crecer con cabeza y no buscar atajos donde no conviene hacerlo. En nuestro país hemos vivido momentos económicamente difíciles derivados en parte de la volatilidad de algunos sectores en los que se creció mucho, pero sin bases sólidas.

Este no es el caso del sector porcino, que ha sabido crecer de manera sostenida, y así tiene que seguir siendo. Nuestras inversiones son productivas y no especulativas, es decir, están muy vinculadas al negocio, enfocadas a mejoras que favorezcan un crecimiento sobre el que seguir reinvirtiendo. De esta manera, nuestra progresión- tanto en volumen de negocio como en exportaciones- ha sido paulatina y constante, sin los dientes de sierra que han vivido otros sectores que han subido y bajado de forma vertiginosa en función de cuestiones coyunturales, al carecer de sólidos cimientos y de un modelo de negocio sostenible en el tiempo.

 

Sostenibilidad medioambiental

En el ámbito medioambiental, cabe destacar el importante papel que el sector porcino está jugando en los últimos años. Nuestras granjas están sometidas a unas exigentes condiciones medioambientales que permiten minimizar la producción y reducir la carga contaminante, pero además los ganaderos españoles son muy conscientes de que deben aplicar una serie de técnicas encaminadas a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente durante el almacenamiento y tratamiento de estiércoles y purines, y contribuir al ahorro de agua y energía en todos los procesos, tanto en la producción primaria como en la industrial.

Los resultados de esa apuesta por un modelo sostenible son tangibles: el sector porcino español ha reducido en los últimos años un 47% las emisiones de amoniaco por kilo de carne producida y un 54% por kilo producido las emisiones de metano procedentes de la gestión de estiércoles. Además, gracias a la fuerte concienciación en esta materia se ha conseguido reducir hasta un 30% el uso de agua por cada kilo de carne producido.

Por otra parte, y en lo que a la gestión de purines se refiere, más del 90% se reutiliza mediante su aplicación superficial como fertilizante orgánico. El resto, puede ser tratado para su transformación en abono y energía eléctrica en diferentes tipos de plantas como las de compostaje, biogás o de cogeneración.

Los datos son el ejemplo más claro del firme compromiso del sector con la sostenibilidad y el medio ambiente y ponen de relieve que el aumento de la producción no va ligado a una mayor contaminación, sino todo lo contrario: cuando se hacen las cosas bien, aumenta la eficiencia y es menor el impacto ambiental.

 

Modelo de producción más exigente del mundo en bienestar animal

Esa triple vertiente de sostenibilidad -social, económica y medioambiental- del sector porcino se complementa con una exigente apuesta en favor del bienestar animal. No existe ningún país del mundo que tenga una normativa más garantista para el ganado, ni donde cuente con mayor protección.

Hoy nuestras granjas tienen instalaciones modernas que garantizan las mejores condiciones para nuestros animales: higiénicas, alimentarias y de confortabilidad. Todos los aspectos, como los espacios y superficies idóneos, las condiciones de ruido, temperatura o luz, entre otras, están rigurosamente establecidos por normativa.

El objetivo no es otro que facilitar los mejores cuidados y la mayor protección a los animales, pues de ello depende su salud y, en definitiva, las repercusiones positivas sobre la calidad de la carne. En ese sentido, son los propios profesionales del sector, los primeros interesados en cumplir escrupulosamente con las normativas sobre bienestar animal, ya que a mejor vida del animal, mayor productividad y calidad del producto.

En definitiva, el sector porcino español tiene motivos para sentirse orgulloso de un modelo sostenible que es referente a nivel mundial. Pero también debemos ser conscientes de que la sociedad cada día nos exige más, y como sector líder debemos anticiparnos y responder a los retos de futuro, entre los cuales factores como el cuidado del medio ambiente y del bienestar animal juegan un papel importante. Por ello tenemos que seguir avanzando y mejorando en estos y otros aspectos, para seguir siendo un referente a nivel nacional e internacional.