La Dieta Mediterránea se caracteriza por ser rica en frutas, vegetales, legumbres y frutos secos, con un adecuado aporte de carnes magras, pescado y aceite de oliva. Así, se ha demostrado que los países mediterráneos presentan una menor tasa de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2.

En este sentido, la Dieta Mediterránea habitualmente se describe como baja en ciertos tipos de carne, como la carne de cerdo. Sin embargo, el consumo de carne de cerdo fresca puede incorporarse en el marco de una alimentación variada y equilibrada para mantener e incluso mejorar los factores de riesgo cardiovascular.

Así lo demuestra un nuevo estudio que tuvo como objetivo evaluar la incorporación de carne de cerdo magra fresca dentro de un patrón mediterráneo sobre los factores de riesgo cardiovascular en adultos con sobrepeso u obesidad moderada.

El estudio, realizado por un grupo de profesionales del Departamento de Nutrición de la Universidad de Texas, consistió en un ensayo ciego, aleatorizado, cruzado y controlado, con un total de 41 participantes. Se llevaron a cabo dos intervenciones bien definidas, con un contenido de 500 y 200 g de carne de cerdo fresca, respectivamente. Siendo este último el grupo control. El ensayo se realizó durante dos periodos de 5 semanas cada uno, separados por un periodo de 4 semanas durante el cual los participantes siguieron su patrón alimentario habitual.

Para conocer los efectos producidos por la dieta se analizaron diversos marcadores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial en ayunas, la concentración lipídica y de lipoproteínas en suero y los niveles de glucosa e insulina.

Cabe destacar que los participantes del estudio debían seguir una serie de criterios de inclusión como son la ausencia de enfermedades crónicas, como la diabetes, no ser fumadores y no haber seguido un patrón mediterráneo con anterioridad.

El análisis de los datos muestra una reducción de los niveles de colesterol mayor en aquellos participantes con un consumo de carne de cerdo superior (500 g). Asimismo, los niveles de colesterol LDL también se vieron disminuidos en este grupo, mientras que no se vieron alterados en el grupo control. Sin embargo, los niveles de HDL disminuyeron en ambos grupos, aunque de manera no significativa. Mientras que los valores de presión sanguínea mejoraron independientemente de la cantidad de carne consumida. Los niveles de glucosa e insulina no sufrieron alteraciones en ninguno de los dos grupos.

Por todo ello, se concluye que adultos con sobrepeso u obesidad moderada, pueden mejorar múltiples factores de riesgo cardiovascular adoptando un patrón de alimentación mediterráneo con una adecuada inclusión de carnes frescas, como los cortes magros de la carne de cerdo.