La inesperada y grave crisis sanitaria y económica producida por el COVID-19 ha puesto de manifiesto, de manera incuestionable la extraordinaria importancia del sector primario y la enorme trascendencia que tiene para un país disponer de una suficiente soberanía y capacidad alimentaria, y ha evidenciado el ejemplar esfuerzo y compromiso de todos los integrantes de los diferentes eslabones de las numerosas cadenas alimentarias, sin los que no hubiera sido posible sobrellevar esta crisis.

Uno de esos sectores ha sido el porcino de capa blanca español, que ha permanecido activo poniendo en evidencia tres de sus principales fortalezas: la primera, es que hemos estado al servicio del país, reforzando nuestro trabajo para contribuir al abastecimiento de carne y elaborados del porcino y a la salud de los ciudadanos.

En segundo lugar, hemos evitado la paralización de la economía en miles de pueblos de nuestra geografía. Más del 43% de nuestras granjas se sitúan en municipios de menos de 5.000 habitantes y es en esos pueblos donde generamos riqueza y empleo, desarrollamos infraestructuras y contribuimos a la innovación, asegurando la continuidad de muchos de ellos que, sin nuestra actividad, estarían abocados a la despoblación.

En cuanto al tercer aspecto, hemos mantenido nuestro sólido compromiso con los consumidores, trabajando en todo lo que nos demandan y que nos ha convertido en un referente internacional: calidad y seguridad alimentaria, medio ambiente y bienestar animal.

Los estándares de calidad y seguridad alimentaria del sector porcino se encuentran entre los más altos del mundo gracias a un modelo de producción, el europeo, cuya normativa contempla las mayores exigencias en estas materias y que está avalado por un sistema de trazabilidad a lo largo de todo el proceso de producción, transformación y distribución hasta llegar al punto de venta.

En cuanto al cuidado del entorno y el bienestar animal, también el sector porcino cumple con la normativa más avanzada y exigente del mundo. Los profesionales del sector porcino están trabajando minuciosamente para reducir el impacto ambiental de su actividad, son los principales interesados en hacerlo, ya que preservando la naturaleza protegen su actividad.

En lo referente al bienestar animal, además de lo contemplado por normativa el sector ha ido mucho más allá imponiéndose exigencias aún mayores. Un buen ejemplo de ese esfuerzo ha sido la creación, por parte de INTERPORC, del sello ‘Compromiso Bienestar Certificado’, que avala el cumplimiento de los más altos estándares de bienestar, sanidad, bioseguridad, manejo de los animales y trazabilidad, a lo largo de todo el proceso de vida del animal.

Son estos tres pilares, calidad y seguridad alimentaria, medio ambiente y bienestar animal, además de nuestras fortalezas, nuestros principales desafíos, que además tendremos que conjugar, de cara al futuro, con la capacidad de aumentar nuestra producción para las próximas generaciones.

La población mundial seguirá creciendo de aquí a los próximos 30 años, seremos cerca de 10.000 millones de habitantes y habrá zonas en las que se habrá multiplicado por 10 su población. Eso significa que las exigencias alimentarias del planeta serán mucho mayores y que tendremos que incrementar la producción alimentaria en más de un 70%.

En definitiva, de aquí a los próximos años el trabajo estará en producir más y de forma sostenible. En nuestro caso, en el sector porcino llevamos muchos años haciéndolo, junto a los aspectos señalados anteriormente: nuestro papel al servicio de la sociedad, nuestra contribución a la recuperación económica de España y nuestro compromiso con las demandas de la sociedad. Los tres marcan nuestro día a día, pero también nuestro futuro, en el que tenemos que continuar siendo un sector estratégico capaz de responder, como lo hemos hecho hasta ahora, en todas las circunstancias, también en las más difíciles.