La carne de cerdo es un alimento de gran densidad nutricional que encaja perfectamente en un patrón de alimentación variado y equilibrado. Se presenta como una carne saludable gracias a sus características nutricionales.

De todos los nutrientes de la carne de cerdo de capa blanca, con un aporte oscilante entre el 16-25%, son las proteínas las que ocupan un lugar preferente. La presencia de aminoácidos esenciales le proporciona un elevado valor biológico con una digestibilidad muy aceptable.

El siguiente nutriente con interés nutricional, y del que aún suscitan muchos mitos en cuanto a su consumo, hace referencia a la grasa. Su presencia resulta muy variable, oscilando entre valores del 1 al 30 %, motivos como la especie, la edad, el tipo de alimentación y la región de la canal son algunos de los responsables de su amplia variación en cuanto a su contenido lipídico.

Los motivos anteriormente citados, pueden tener relación no solo con la cantidad de grasa, sino también con la calidad de la misma.

Entre el tipo de grasa que encontramos en la carne de cerdo de capa blanca, las grasas de tipo insaturadas son las más relevantes y prevalentes. Este tipo de grasas están muy relacionadas con el tipo de alimentación que ha llevado a cabo el animal.

Enlazando este punto, y en relación a determinados mitos alimentarios en cuanto al tipo y calidad de su grasa, cabe mencionar que la alimentación del cerdo ha evolucionado muy mucho. A día de hoy, su alimentación es  fundamentalmente a base de cereales y de soja, lo que determina que este tipo de carne sea rica en ácidos grasos insaturados.

El  contenido en grasas mono y poliinsaturadas abarcan globalmente dos terceras partes (42,9 % grasa monoinsaturada y 15,9 % grasa poliinsaturada), frente a la tercera parte de saturadas.

Fuente: Revista científica “La carne de cerdo de capa blanca” Interporc.

 

Entre las partes más magras del cerdo blanco encontramos el solomillo, la cinta de lomo, las costillas de lomo y la pierna las cuales contienen aproximadamente entre un 2-11 % de grasa intramuscular. Por esta razón, el aporte calórico  varía según el corte de que se trate. Así, los cortes magros presentan un bajo aporte calórico, 104 kcal por cada 100 gramos de lomo de cerdo por ejemplo

AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados. Fuente: Revista científica “La carne de cerdo de capa blanca” Interporc.

 

Por lo que respecta a los micronutrientes su contenido no es nada despreciable. Concretamente su aporte en vitaminas del grupo B  como la tiamina, la riboflavina, la niacina, el ácido pantoténico o la vitamina B12. En relación a otras carnes, la carne de cerdo posee diez veces más tiamina que las carnes de vaca y cordero.

Si nos centramos en sus minerales, cabe destacar la presencia del hierro, el fósforo y el zinc, aportando, por ejemplo cerca del 50 % de este último mineral a una dieta normal.

 

Su alto contenido en proteínas de calidad, en vitaminas, en minerales y su perfil lipídico en grasas, la convierten en un alimento sano y saludable.

Dada su composición los expertos recomiendan su consumo de 3 a 4 veces por semana (100-125 g cada ración) tanto para su inclusión dentro de una dieta equilibra como en dietas cardiovasculares, hipocalóricas, reducidas en sal o colesterol.