Una alimentación adecuada es un pilar fundamental para que los niños crezcan sanos y fuertes. Además, los hábitos que adquieran en esta etapa son los que marcarán su comportamiento alimentario en el futuro, por lo que es esencial que ya desde pequeños aprendan en qué consiste una dieta variada y equilibrada.

La etapa infantil es una edad de gran gasto energético y necesidades nutricionales, ya que están en pleno desarrollo y son muchas las horas que están en el colegio o en actividades extraescolares. La alimentación les proporciona la energía y nutrientes necesarios para un correcto crecimiento y funcionamiento del organismo, por ello ha de contener todos los grupos de alimentos en las raciones recomendadas para cada uno de ellos.

Lo recomendable es que la base de su alimentación sean los hidratos de carbono, es decir pasta, arroz, pan, etc. preferiblemente integrales. Seguidos de un abundante consumo de vegetales, idealmente de 5 raciones de frutas y hortalizas diarias. Además, un consumo de proteínas magras de 3 a 4 veces por semana, alternando entre las distintas fuentes animales (aves sin piel, lomo y solomillo de cerdo, conejo, huevos o lácteos) y vegetales (legumbres, frutos secos, etc.), y utilizar el aceite de oliva virgen extra como grasa principal para cocinar y aliñar. Además, se aconseja moderar el consumo de carnes grasas de una a dos veces por semana y dejar los alimentos con gran contenido en azúcar únicamente para de vez en cuando.

Es posible que los niños se muestren reacios a probar nuevos alimentos, sobre todo frutas y verduras. Sin embargo, si desde pequeños se les acostumbra a probar de todo, y a comer de una forma variada y equilibrada, es mucho más fácil que adquieran el hábito de incorporar estos alimentos en su día a día. Además, hay muchas formas de hacer más atractivos estos alimentos, por ejemplo, utilizando las hortalizas para decorar los platos, presentar la fruta pelada y cortada, etc.

Por otro lado, no sólo es importante qué comen son también cuando lo hacen. Es decir, la distribución de las comidas a lo largo del día. Lo más recomendable es dividir la ingesta total en 5 comidas a lo largo del día, que proporcionen a los niños la energía y nutrientes necesarios para aguantar toda la jornada.

Por ello, se recomienda comenzar con un desayuno completo, que incluya un lácteo, cereales o tostadas (mejor integrales) y una pieza de fruta o zumo natural. Este desayuno se complementa con el almuerzo de media mañana, que les ayuda a mantener la energía en el colegio y a controlar en hambre hasta la hora de la comida. Una buena opción para el recreo es un bocadillo de jamón serrano o cocido, de queso fresco o alguna otra proteína magra acompañado de un lácteo o una pieza de fruta, al igual que para la hora de la merienda.

La comida también ha de ser completa y contener una fuente proteica, cereales y verduras, alternando entre los distintos tipos de alimentos para cada uno de ellos, el mejor postre siempre es la fruta natural y tomar agua como bebida.

La cena, por otro lado, ha de ser más suave. Lo ideal es optar por verduras acompañadas de un filete de carne magra o de pescado a la plancha.

En este sentido, la carne de cerdo de capa blanca tiene muy buenas propiedades para los niños tanto para las comidas principales como para los bocadillos del almuerzo y la merienda. Algunos cortes como el lomo, son fuente de proteínas magras de calidad que ayudan al aumento y conservación de los músculos y aportan distintas vitaminas y minerales esenciales para el organismo, como el fósforo, el zinc o vitaminas del grupo B como la B1, B2, B3 y B6.

Cabe destacar que una alimentación adecuada junto con la práctica de ejercicio regular y la adopción de unos hábitos de vida saludables, son la mejor estrategia para favorecer el mantenimiento de un buen estado de salud tanto para los niños como para los adultos.