La carne ha desempeñado – y desempeña – un papel relevante en la dieta humana. La inclusión de este alimento en nuestra dieta ha supuesto mejoras evolutivas e histórico-sociales decisivas.

Más allá de las significaciones evolutivas, el principal factor con el que hoy se relaciona la alimentación es la salud. Una dieta adecuada y un estilo de vida saludable suponen efectos preventivos, por lo que la dieta y más en concreto los alimentos que la componen, tienen una ineludible repercusión sobre la salud. En el caso de la carne, los avances en producción de carne y elaborados cárnicos han estado encaminados a conseguir productos que potenciaran aún más sus beneficios intrínsecos. Así pues, se pueden encontrar a disposición del consumidor productos cárnicos con niveles bajos en grasa y unas cualidades nutricionales ampliamente beneficiosas.

En una dieta equilibrada se recomienda incluir 2 raciones diarias de proteínas. Lo más recomendable es la alternancia entre distintas fuentes: carne, pescado, leche y derivados lácteos, huevos, legumbres. Y dentro de las carnes lo ideal es incluir los diferentes tipos para la alimentación sea lo más variada posible y aporte diferentes nutrientes.

La carne de cerdo proporciona una gran oferta de productos  a la vez que permite una alimentación saludable y atractiva para el consumidor.

El consumo de los cortes magros de carne de cerdo como el lomo o el solomillo, determina el aporte de gran proporción de los requerimientos diarios de nutrientes para la población, con un contenido mínimo de grasa.

En el contexto de una dieta equilibrada, todos los productos cárnicos procedentes del cerdo están perfectamente indicados siguiendo las recomendaciones de consumo adecuadas. Existe una gran variedad de elaborados cárnicos con una gran calidad nutritiva, organoléptica y gastronómica. En España el sector cárnico dispone de diversas gamas de productos con óptima composición nutricional que se adaptan a las necesidades de los diferentes grupos poblacionales.

Los productos cárnicos con contenido reducido o modificado en algunos nutrientes como la sal o la grasa son un excelente aliado para colectivos que deben seguir unas recomendaciones dietéticas especiales.

Así, se recomienda consumir de 3 a 4 raciones por semana de carnes magras por semana (100-125 g cada ración). Los embutidos también son una buena opción siempre que se consuman dentro de la frecuencia adecuada y seleccionando principalmente los de menos contenido en grasa.

De este modo, el consumidor puede elegir entre los alimentos que mejor respondan a sus características nutricionales específicas y que le aporten los nutrientes necesarios para completar de manera segura y eficiente una dieta variada y equilibrada.