El sector porcino de capa blanca español cuenta con una potente y diversificada estructura productiva, industrial y empresarial que lo convierten en un sector estratégico en el contexto del sistema alimentario español y económico general.

En total, son más de 86.360 granjas de porcino, 2.630 industrias cárnicas, 550 empresas y cooperativas, ubicadas principalmente en miles de municipios de nuestra España más rural. Todo este tejido lo convierte además en un sector con una alta capacidad de generación y mantenimiento de empleo estable, tanto directo como indirecto con más de 427.000 trabajadores.

Su potente envergadura le otorga una relevancia clave dentro de la economía española por su contribución tanto directa al Valor Añadido Bruto, con más de 21.000 millones de euros, al empleo -ya señalado- y a las arcas públicas de España, como también indirecta, a través de su efecto tractor sobre el desarrollo económico de otros sectores.

El desarrollo de las principales actividades de la cadena de valor del porcino permite ingresar de forma directa a las arcas públicas más de 2.100 millones de euros anuales.

Con los datos consolidados del año 2019 -últimos disponibles-, la recaudación por cargas sociales fue de 756 millones de euros y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) 614 millones de euros. Estas partidas son las que tienen una mayor relevancia, copando el 65% del total de la recaudación directa del sector.

Le siguen los importes relativos al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), 313 millones de euros, y la recaudación por impuestos de Sociedades, 275 millones de euros. Además, en concepto de recaudaciones regionales o locales por tributos y otras tasas, suman 150 millones de euros.

A estas cantidades que habría que sumar las contribuciones de otras actividades anexas, como servicios de logística y transporte, lo que aumenta la recaudación fiscal efectiva de la cadena global de porcino, y ponen de manifiesto el carácter esencial del sector porcino y su efecto directo en la economía española, especialmente en las zonas rurales, donde se concentra la mayor parte de la actividad y del empleo.

La cadena de valor del porcino comprende numerosas actividades directas, que van desde la producción ganadera y la fabricación de piensos, (realizada por empresas de porcino) a la transformación (industria cárnica porcina) y comercialización mayorista y minorista de carne y productos del porcino.

Asimismo, son muy diversos los sectores suministradores del porcino que ejercen de soporte; pero también se benefician de la demanda que les repercute el sector porcino para la generación de rentas y empleo (efecto indirecto). Abarcan desde los más relacionados con el porcino, como es el caso de la agricultura, ganadería y caza; la industria agroalimentaria y el comercio; hasta otros como los servicios de seguridad, administrativos y empresariales; los servicios inmobiliarios; el sector energético; el transporte y servicios de almacenamiento; así como los servicios jurídicos y de consultoría; o los financieros, entre otros.