El embarazo y la lactancia son etapas de la vida en las cuales se incrementan los requerimientos nutricionales. La carne de cerdo constituye una fuente idónea para ayudar a las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia a cubrir sus necesidades nutricionales.

Las recomendaciones nutricionales durante el embarazo tienen como finalidad cubrir las necesidades nutricionales de la mujer, cubrir las demandas nutricionales debidas al desarrollo del bebé, preparar el organismo materno para afrontar el parto en las mejores condiciones y preparar la futura lactancia. Contribuye además a prevenir enfermedades de la madre durante y después de la gestación.

Tanto en el embarazo como en la lactancia los requerimientos de calorías están aumentados. En este sentido, las calorías de la dieta deben incrementarse según avanza el embarazo entre 100 kcal y 300-400 kcal más al día, mientras que en la lactancia son superiores, ya que para producir un litro de leche materna se necesitan 700 kcal.

La carne de cerdo es una carne con elevado contenido proteico y contiene todos los aminoácidos esenciales, es decir, que son necesarios y no podemos producir, por lo que es un alimento adecuado para incluir en la alimentación en estas etapas. Además, las dieta de las embarazadas debe asegurar una dosis suficiente de ácidos grasos esenciales y ser equilibrada en grasas, con un correcto aporte de grasas insaturadas. La carne de cerdo resulta una buena opción ya que no aporta una cantidad excesiva de grasa (2,65 g en 100 g de lomo de cerdo) y tiene un perfil lipídico de buena calidad.

Durante la etapa del embarazo, los requerimientos de vitaminas y minerales están aumentados, resultando especialmente importante el aporte de ácido fólico, hierro, calcio, yodo y magnesio. Además, durante la lactancia, también estarán aumentadas las necesidades en vitamina A y vitamina C.

El hierro es fundamental durante el embarazo ya que interviene en la formación de glóbulos rojos y en el transporte de oxígeno. Los alimentos de origen animal contienen hierro “hemo” que se absorbe de forma más eficaz que el de origen vegetal. Por ello, alimentos ricos en hierro, como la carne de cerdo, son de gran interés. Por otro lado, el aporte de calcio también debe aumentarse en 300 mg al día (de 1000 mg en mujer adulta a 1300 mg).

Durante el periodo de lactancia, las necesidades de vitamina A aumentan considerablemente, de 800 μg a 1300 μg, ya que esta juega un papel en el sistema inmunitario del niño.

Por otro lado, la carne de cerdo es muy rica en proteínas. Una ración de 125 g de cortes magros de cerdo aporta aproximadamente 25 g de proteínas, lo que se traduce en casi la mitad de las necesidades en el embarazo. Además, cubre el 100 % de las necesidades de vitamina B12.

Por último, para asegurar niveles adecuados de glucosa en sangre se recomienda fraccionar la dieta en 5 o 6 tomas al día y priorizar alimentos con hidratos de carbono de absorción lenta, como son las verduras, hortalizas, los cereales y legumbres. También es importante que la fibra forme parte de la alimentación de la mujer embarazada, recomendando un consumo de 25 a 30 g al día.