El sector porcino español trabaja desde hace muchos años con el objetivo de reducir su impacto ambiental y avanzar hacia la neutralidad climática de una forma totalmente compatible con la sostenibilidad económica y social de la actividad.

En el ámbito económico el sector porcino es sostenible porque ha apostado por un crecimiento paulatino basado en una reinversión continua y adaptado a la realidad de los mercados, sin acudir a un sobreendeudamiento al albur de coyunturas comerciales que pudieran crear una burbuja. De esta manera, nuestra progresión- tanto en volumen de negocio como en exportaciones- ha sido paulatina y constante.

Además, ese crecimiento se produce respetando las características de un sector de larga tradición, con una clara vocación de permanencia y un enorme afán de mejora, y ello no es posible sin tener un modelo sostenible en el tiempo y fuertemente vinculado a la sociedad de la que proviene. Es, por tanto, un sector sostenible en lo social porque da futuro a nuestras zonas rurales, a las que por su propia naturaleza está íntimamente ligado.

Las granjas e industrias del porcino dinamizan la economía de muchos pequeños pueblos de nuestra España rural, donde, entre otras aportaciones, fijan población, gracias al empleo que generan, o crean servicios e infraestructuras para sus trabajadores y sus familias.

Sin embargo, la actividad porcina, como la de cualquier otra actividad, tiene un impacto en el medio ambiente, cuya huella deberíamos medir teniendo en cuenta estas cuestiones, el impacto en la economía y en la sociedad y, por ende, en el empleo, en la disponibilidad de alimentos inocuos y asequibles para la población, en la fijación de población o en el futuro de las zonas rurales.

Todos los profesionales del sector porcino de capa blanca español son muy conscientes de la necesidad de avanzar hacia sistemas alimentarios más sostenibles. De hecho, en los últimos 15 años el sector ha conseguido reducir un 40% las emisiones GEI o un 30% el consumo de agua por kilo de carne producido.

Con todo, existe un desconocimiento generalizado de esos avances y de que, a pesar de lo que muchas veces se dice sobre las emisiones de la agricultura o la ganadería, el sector porcino solo genera un 2% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI). Y también se desconoce que mantenemos un papel muy activo en la lucha contra el cambio climático, trabajando en su día a día en la reducción del agua, de la energía y de los GEI.

Todo esto es posible gracias un modelo propio cuyo factor clave se ha convertido en una seña de identidad y a su vez el valor diferencial del sector, que es la sostenibilidad. Pero entendiendo la sostenibilidad en su amplio término, que incluye todos los aspectos sociales, económicos y medioambientales antes mencionados.

El sector porcino de capa blanca español ha demostrado ser un bien público esencial, una actividad sostenible e integrada en el territorio, con una enorme importancia socioeconómica, de la que depende el desarrollo de miles de pueblos de nuestra España rural y como tal debe ser protegido.