Los productos agro-ganadero alimentarios españoles siguen un riguroso sistema de trazabilidad desde el origen, que en el caso del sector porcino, es si cabe aún más exigente, habida cuenta del férreo modelo de producción que impone la legislación, tanto comunitaria como nacional, por la que se rige, y los altos estándares de seguridad alimentaria exigidos no solo en granja -que es donde comienza la protección de la salud de los consumidores- también en transporte, en mataderos, en las industrias, antes de su distribución y finalmente en los puntos de venta.

El porcino de capa blanca español trabaja como ningún otro sector ganadero sobre un modelo de producción, que es admirado y reconocido a nivel mundial, entre otras cuestiones, por su especial atención y cuidado de los animales.

En las granjas de porcino de nuestro país existe un importante control desde la propia alimentación de los animales, en la que se debe identificar la composición de los piensos (cereales, aceites, correctores, etc.), a las exhaustivas inspecciones relativas a todo lo referente al propio animal, desde su genética, modo de vida, tratamientos médicos, plan de vacunación y un largo etcétera.

Las buenas prácticas en bienestar animal también se llevan a cabo en el transporte, que se considera una de las fases más críticas del proceso de producción, ya que los animales están expuestos a un número elevado de factores estresantes en un período de tiempo relativamente corto.

Hay que tener en cuenta que los propios profesionales del sector porcino son los primeros interesados en que los animales realicen este proceso de la mejor forma posible, toda vez que cuanto peor es el bienestar de los animales durante el transporte, mayores son las repercusiones negativas sobre la calidad de la canal y de la carne.

Al bienestar animal le complementan unos complejos sistemas de identificación y seguimiento de las canales y lotes en mataderos, y una vez que llegan a las industrias, existen otros muchos controles en la transformación o procesado del producto tanto antes de su distribución -empaquetado, almacenado y transporte- como en venta.

Un correcto almacenamiento y transporte del producto final hasta el punto de venta es imprescindible, hay que cuidar las condiciones de temperatura o humedad, como en el caso de productos refrigerados o congelados, y una vez en el punto de venta, el correcto mantenimiento de la cadena de frío y las condiciones de conservación, son esenciales hasta la venta final del producto.

El control en cada uno de los eslabones de la cadena de valor del porcino capa blanca español se encuentra entre los más altos del mundo, la mejor manera de garantizar el origen, la calidad y la seguridad alimentaria, de nuestra carne y elaborados y aspectos clave para traspasar fronteras.

De hecho, gracias a la calidad y seguridad de nuestros productos hoy estamos presentes en más de un centenar de países de todo el mundo, donde la trazabilidad de los productos españoles, de la granja a la mesa, es garantía de seguridad y marca España.