En el Diálogo independiente auspiciado por la ONU y organizado por la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC) el pasado mes de mayo recogimos las reflexiones de 80 profesionales de distintos ámbitos relacionados con los sistemas alimentarios, entre las que destacamos, en el número anterior de esta revista, el papel de la producción cárnico-ganadera como pilar fundamental e insustituible del conjunto global del sistema alimentario mundial, y su carácter indispensable para garantizar la sostenibilidad medioambiental, social y económica.
En esta ocasión, quiero resaltar además la importancia, en la que coincidieron los asistentes, del impacto económico y social de la actividad cárnico-ganadera, uno de los más importantes y potentes motores de generación de riqueza y empleo en la mayoría de los países.
En su conjunto, el beneficio medioambiental, social y económico de la actividad cárnico-ganadera es vital para las zonas rurales al gestionar una amplia cantidad de territorio; vertebrar el territorio al fijar población en pequeños núcleos; y generar riqueza que permite sufragar infraestructuras básicas.
Pero no menos importante es su trascendencia como suministrador de alimentos y su papel decisivo en la consecución de una nutrición equilibrada de los habitantes, no solo de las zonas en las que desarrolla su actividad, sino de todas las áreas del planeta.
Los participantes en el Diálogo coincidieron en que la producción cárnico-ganadera aporta proteínas a precio asequible y de alto valor nutricional, confirmando la relación existente entre mayor esperanza de vida y mayor consumo de proteína animal y existen numerosas evidencias científicas que avalan la necesidad de los nutrientes de la carne para una alimentación adecuada y un correcto desarrollo y estado de salud. De hecho, los alimentos de origen animal son una fuente muy rica, única en algunos casos, en varios micronutrientes esenciales y compuestos bioactivos y su restricción puede derivar en problemas de salud sin una suplementación pautada y constante.
Por ello, concluyeron, no tiene sentido sustituir, ni total ni parcialmente, las proteínas de origen animal por proteínas alternativas como son las sintéticas artificiales que se obtienen en laboratorio, cuyo potencial alimentario o nutricional real se desconoce, y cuya capacidad de contribuir a resolver el grave problema de hambre y desnutrición en el mundo es tan desconocida como improbable.
Por supuesto, no podemos negar la indudable importancia y necesidad de que se produzcan alimentos sostenibles desde el punto de vista medioambiental, un propósito indeclinable y una exigencia básica de cualquier actividad económica y de cualquier enfoque político y social, pero el sector ganadero-cárnico ha llevado a cabo un importante incremento de su eficiencia en los modelos productivos, mejorando de forma continuada su contribución a la sostenibilidad: reciclando materias primas y sus productos, ahorrando fertilizantes, procurando un bajo nivel de generación de desperdicios alimentarios o reduciendo la huella hídrica y energética, entre otros muchos aspectos.
Todas estas reflexiones del Diálogo se le han hecho llegar a la ONU para que las tenga en cuenta en la próxima Cumbre de Sistemas Alimentarios, que se celebrará en otoño en Nueva York tras una precumbre a finales de julio en Roma. De esta forma, haremos oír la voz del sector ganadero-cárnico español en un evento de mucha trascendencia de cara al futuro de los sistemas alimentarios.