Los beneficios de la Dieta Mediterránea son innumerables. Es fuente principal de proteínas de alto valor biológico, así como de determinadas vitaminas y minerales, por lo que se hace necesaria en todas las etapas de la vida.
Los menús de la Dieta Mediterránea se basan en alimentos frescos, poco procesados y de origen local. Incluyen diariamente gran variedad de frutas, verduras, legumbres y frutos secos, así como pan, pasta, arroz y cereales. La grasa más utilizada es el aceite de oliva virgen. Los productos lácteos son consumidos a diario y los pescados, carnes blancas y huevos contribuyen decisivamente al aporte de proteínas de la dieta. El agua es la bebida de elección, incluyendo pequeñas cantidades de vino con las comidas. Además se recomienda el hábito de realizar actividad física moderada y regular.
La pirámide de la Dieta Mediterránea se caracteriza por un menor consumo de carnes rojas que en las denominadas dietas occidentales, pero el papel de la carne blanca es muy relevante dentro un patrón de alimentación equilibrada y estilo de vida saludable, dado que, junto con los huevos y el pescado, es la fuente principal de proteínas de alto valor biológico, así como de determinadas vitaminas y minerales.
Dentro de la Dieta Mediterránea se recomiendan 2 raciones de carne blanca, como el cerdo, a la semana y un consumo de menos de 2 raciones a la semana de carnes rojas como parte de guisos y otras recetas a base de verduras y cereales y de 1 ración a la semana de carnes procesadas como ingredientes de bocadillos y platos.
Especialmente la carne de cerdo de capa blanca y sus derivados -como el jamón serrano- están muy arraigados en la cultura española, por lo que la carne de cerdo de capa blanca se puede considerar un alimento básico en la Dieta Mediterránea.
En este sentido, las cualidades nutricionales de la carne de cerdo así como las gastronómicas son excepcionales, como su contenido significativo de ácidos grasos monoinsaturados, mayoritariamente oleico, lo que hace que sea un alimento perfectamente indicado en la comida Mediterránea.
En definitiva, la carne de cerdo y los productos cárnicos son alimentos de elevada densidad de nutrientes necesarios en todas las etapas de la vida y, en especial en aquellas en las que las necesidades están incrementadas (embarazo, crecimiento, deporte, etc.), por lo que son muy recomendables, en el contexto de una alimentación variada y equilibrada como el determinado por la Dieta Mediterránea.